martes, 25 de mayo de 2010

Atardecer

Oía el tren callándose a lo lejos cuando la primer lagrima se abalanzó sobre la comisura de sus labios, para nadar en ellos hasta hacerse saborear por ella para sentir, como estas gotas dicen, el sabor salado de la amargura, de lo triste y oscuro de saber que algo se esfuma, y el mismo humo se hace cenizas.

Erguida en el andén y mirando hacia adelante, mirando al vacío. Las manos se apretujaban. Cruzados sus brazos, rodeándose a sí misma.

Las palomas que pasaban decidieron marchar y algunas parecían observarla mientras sobrevolaban su largo pelo negro.

El cielo tomaba un rojoanaranjado que la invitaba a pensar, a meditar acariciando con la vista todo lo que pinta el sol agachado.

Rojoanaranjando el furgón, los diarios, las chapas, el humo, las vías, lo blanco y lo negro.

Hasta que arribó otro tren. La horda comenzó a descender y la perdió de vista. Desesperado cabeceaba para verla mientras esperaba que en la cola marcaran su boleto.
Repentinamente la gente se fue deshaciendo, y muy despacio, el silencio volvía a hacerse dueño del primer andén, desde donde ella lo miraba, mirando hacia adelante, erguida, exhalando el aire de algún suspiro.

Apresuró el paso y esquivó la gente que quedaba.

Y volvieron a estar solos, esta vez de frente.

Ella erguida y él caminando.

Él rojo, ella anaranjada.

Ella lo abrazó, él cerró fuerte los ojos… y se quedó dormido.

Sebastián Méndez

jueves, 11 de marzo de 2010

Instrucciones para subir una escalera - Cortázar

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

FIN