miércoles, 4 de noviembre de 2009

Tu pálida voz


Te oí decir..adiós, adiós...
Cerré los ojos y oculté el dolor...
Sentí tus pasos cruzando la tarde
y no te atajaron mis manos cobardes.
Mi corazón, lloró de amor
y en el silencio resonó tu voz,
tu voz querida, lejana y perdida,
tu voz que era mía... tu pálida voz.

En las noches desoladas, que sacude el viento,
brillan las estrellas frías del remordimiento
y me engaño que habrás de volver otra vez
desatando el olvido y el tiempo.

Siento que tus pasos vuelven por la senda amiga.
Oigo que me nombras llena de mortal fatiga,
para qué si ya sé que es inútil mi afán,
nunca... nunca... vendrás.

Te vi partir, dijiste adiós,
temblé de angustia y oculté mi dolor.
Después, pensando que no volverías
traté de alcanzarte y ya no eras mía.
Mi corazón, sangró de amor,
y en el recuerdo resonó tu voz...
tu voz querida, lejana y perdida,
tu voz aterida, tu pálida voz.

Homero Manzi

martes, 3 de noviembre de 2009

La venganza


Madrugada infranqueable, viento, angeles murmurando bajo la tenue figura del cielo tormentoso,... y el reloj mirándome a mi, como un ventilador rabioso mordería las horas de los tiempos, dando avisos de guerra.

Extrañamente, durante las primeras dos horas, el cigarro se consumió tan solo un poco más de su mitad, y los demas lo observaban desde su paquete que (por suerte, dicen) los salva del mundo del hombre. Mundo donde se incineran para metamorfosearse en humo que debe conocer acaso el lugar donde se guarda el alma de los hombres para después salir y naufragar hasta ser aire o más bien no ser nada. Otras tres horas más y se terminaría para siempre.

Pero seguro que esto no queda así, no creo que los cigarros no se cobren nada de todo esto de decidir su hora de morir...
y nosotros serenos, pacíficos, arrogantes..., sabiendo que sin aire no podríamos vivir....

seba troy

lunes, 2 de noviembre de 2009

Aplastamiento de las gotas



Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.


Julio Cortázar.

sábado, 31 de octubre de 2009

Telecuarto


Ya no soportaba más, ni a él, ni a mi mismo. Me estaba pudriendo...

Terminó exiliando sus ojos hacia arriba justo cuando colgaba de un hilo la última sílaba que sonaba oscura y grave de su discurso. Yo atinaba buscar el cielo pero solo se dibujaba un techo plagado de sombras en el cuarto. Ni mis brazos alcanzaba a presionar el botón para cambiar de idea, ni mis pies sacaban alas de sus pliegues para escaparme volando. Estaba alli sumido en el piso respirando su aliento, buscando armonizar un pelambre de palabras, ya enunciadas en vano. Me quedaban mi este y mi oeste cercanos, entonces virando la vista me vi, como este gigante monigote nunca se habrá visto supongo. Me observé, de reojo, meditante minuto tras minuto al este y al oeste, siempre esperando que decida de una vez por todas vomitar el último sonido sobre mi, ahi, abajo del mismo techo, bajo las mismas sombras.
Al parecer, después de todo los dos queriamos lo mismo, estar sin estar, sentirnos y no tocarnos, vernos pero nunca mirarnos.


Esto es lo único que recuerdo de aquel momento tan repetitivo e inoportuno. Luego de que las agujas giraran un par de vueltas hacia atrás y ya las sombras se sucitaran por debajo del televisor, me quede dormido... y soñé... con largas manos y alas en los pies... un sol blanco y cientos como yo,... rogando nunca más volver a despertar.

Bienvenidos proletarios!!!


De esta manera queda innaugurado este espacio para pensar y reflexionar sobre todo lo que ustedes ya saben.....

Esperamos que lo disfruten y dejen aqui su mejor voluntad.

Por todos y para todos, estos son Los Secretos de las Pulgas. (aplausos)