martes, 3 de noviembre de 2009

La venganza


Madrugada infranqueable, viento, angeles murmurando bajo la tenue figura del cielo tormentoso,... y el reloj mirándome a mi, como un ventilador rabioso mordería las horas de los tiempos, dando avisos de guerra.

Extrañamente, durante las primeras dos horas, el cigarro se consumió tan solo un poco más de su mitad, y los demas lo observaban desde su paquete que (por suerte, dicen) los salva del mundo del hombre. Mundo donde se incineran para metamorfosearse en humo que debe conocer acaso el lugar donde se guarda el alma de los hombres para después salir y naufragar hasta ser aire o más bien no ser nada. Otras tres horas más y se terminaría para siempre.

Pero seguro que esto no queda así, no creo que los cigarros no se cobren nada de todo esto de decidir su hora de morir...
y nosotros serenos, pacíficos, arrogantes..., sabiendo que sin aire no podríamos vivir....

seba troy

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