sábado, 30 de abril de 2011

Fugaces

De la misma manera que el silencio se esfuma, que la noche cae y un cuento se termina.

De la misma manera…

El fin es irremediable, impremeditado.

El fin, como el principio es un efecto fugaz, un tren. Aunque saquemos boleto hasta la última estación, el tren vuelve y va, y vuelve otra vez.

Fugaz ganás, fugaz perdés.

De la misma manera el vaso no sabe ni cuándo ni con qué será llenado, ni la botella tampoco sobre qué se inclinará.

Impredecible es nacer o morir.

Los renglones se llenan de tinta y el tic-tac de un reloj sigue si ritmo en alguna habitación marcando el compás del tiempo.

Ella pierde la mirada buscando ideas que los pájaros las esquivan.

Las ideas suben y bajan, van y vuelven.

Aire, cielo, nubes blancas, sol de este otoño retrasado.

Pasa el tren y las aves de nuevo allí, festejando en cada aleteo la libertad que saben encarnar. Fugaces.

Ella miró el pasto, cerró los ojos iluminados por rayos, de a gotitas.

Pensó que ya no sabía, que ya no quería.

Pensó que siempre cayó en el mismo pozo, que las flores ya se van, que todo es de un mismo color…

Juntó un par de aromas que se olvidó, suspiró dos veces… Se ató los zapatos, y así se marchó.

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